Bienvenidos al tren

Bienvenidos al tren!
Sí, es posible que más de una vez descarrile. También puede hacer paradas en pueblos hostiles y estoy en condiciones de asegurar que va a transitar por parajes inhóspitos. Por momentos es más lento que el Gran Capitán y se viaja peor que en el Sarmiento. Aún así sean bienvenidas aquellas almas que quieran someterse al trajín de desempolvar recuerdos, construir anécdotas y volverse cada día un poquito más locas. Estos son mis vagones, fotos instantáneas de momentos irrepetibles. Fragmentos de un presente escurridizo que nunca se deja atrapar, porque este instante ya pasó.

viernes, 29 de enero de 2010

Las palabras y los silencios

Qué loco. El otro día me propuse hacer un ejercicio... me imaginé lo divertido (y revelador tal vez) que sería si por un día el mundo quedara mudo. ¿Cómo comunicarnos sin ellas? ¿Cómo hacerle llegar al otro un mensaje? Ya de por sí es bastante complicado a través de las palabras. Por más descriptivo que uno quiera ser, por más explicativo simplemente hay veces en que el otro no nos entiende (eso pensamos); quizás somos nosotros mismos los que no entendemos, ni al otro, ni a nosotros. De cualquier manera hay algo mágicamente poderoso en las palabras, en la ilusión de comunicarnos a través de ellas. Es el mito del entendimiento. La idea de que vos estás entendiendo lo que yo quiero decir mientras escribo esta nota vacía que cuelga del blog. Vos te la creés... y yo también, sino no estaría escribiendo (¿o sí?).
Yo prefiero la palabra interpretación, el entendimiento funciona en el universo de lo teórico, lo no vivo. La interpretación es la multiplicidad de caminos a transitar, algunos más hostiles, otros más cómodos pero de cualquier manera rara vez uno sale ileso al llegar al otro lado. Como las relaciones.

También hay algo de magia en los silencios. Muchas veces uno entra en pánico porque "no tiene nada que decir". ¿Quién dijo que siempre hay que hablar?¿Quién dijo que lo no verbalizado carece de valor? ¿y por qué se percibe como negativo que una persona se quede callada por más de cinco minutos en una reunión?

Más de una vez me enredé buscando palabras para describir situaciones, sentimientos o simplemente para rellenar silencios externos que equivalían al carnaval de Gualeguaychú en mi cabeza. Me equivoqué. No supe apreciar los silencios durante mucho tiempo. Una noche lo vi. Encontré la complicidad del silencio y desde ese momento duermo sin la tele encendida. Gracias al silencio aprendí a escuchar, pero escuchar de verdad, sin meter un bocadillo cada cinco minutos, y créanme que es muy difícil para una persona que sufre de verborragia crónica como yo (aún sigo ejercitándome). Fue escuchando que empecé a tropezarme con las palabras que tanto tiempo se me habían negado.

Dudé demasiado y ahora no puedo decirlas. Pero claro, es difícil dejar entrar a alguien y que profane ese templo sagrado. Mientras el silencio y yo nos llevamos muy bien.

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