Es como respirar; como levantarse a la mañana y dejar que el sol te acaricie, algo natural. Fue como descubrir; como ese momento en que ves el mar por primera vez y la inmensidad de la espuma, el olor a sal y la música del viento peinando las olas, te ponen la piel de pollo. Era reconocer; algo en esa persona, algo mío, algo de mí que algún dios había dejado más allá de la autopista. Yo no sabía ser; eso que todos saben, eso que todos son. Yo no era una más. Y entonces quise ser, por primera vez quise ser yo.
No sé que pensaba él cuando me miraba de lejos como se admiran los cuadros. A veces tengo miedo de haber sido un espejismo, de esos que aparecen tras mucho andar en el desierto. ¿Habría sido producto de la sed? Cuando se acercó fue tan sutil que no supe darme cuenta. Cuando lo miré y por primera vez lo vi, me vi en su mirada y en él yo era hermosa. Supe que quería que esos ojos me miraran cada vez que dudara de mí, supe que mi verborragia tenía un límite que siempre que él me mirase y me viese iba a dejar de rellenar silencios.
Toda mi vida había sido similar. Todo el tiempo la espera. Nunca el afuera había entrado ahí. Una puerta que no se abría, tampoco muchos la habían golpeado. Viví como todos, con altos y bajos. Siempre me reí mucho, siempre fui para adelante. Pero también siempre esperaba....Con él no fue distinto, a veces pienso que el destino te hace enfrentar con tus fantasmas. No importa cuánto puedas pretender lo contrario, hay un momento en que la alfombra ya no lo cubre todo, y el sol entre los dedos se escurre y lo ilumina todo.
Y ahora estoy asustada, porque cuando abrís la puerta ya nada queda como estaba. Porque por primera vez tengo algo que perder, quizás porque por fin me permito ganar. Quiero ganar, y creo estar cerca. Cerca de dejar de esperar que las cosas cambien. Cerca de aprender a verme.
Las cosas llegan cuando uno menos las espera. Ahora entiendo los dos sentidos de esta frase. No es sólo la sorpresa que viene de arriba. Es también dejar que la vida te pase, que la vida te atraviese, es dar ese espacio para que las cosas no sólo pasen sino que te pasen. Tanto tiempo esperando que no supe darme cuenta. Hasta que un día llegó él, y fue diferente a todo. Me enseñó a ser yo, a perder el miedo, a dejarme ser. Pienso que llegó para hacerme ver, llegó para prestarme el brillo de sus ojos.
El mejor regalo que alguien puede darte es un nuevo espejo.
Bienvenidos al tren
Bienvenidos al tren!
Sí, es posible que más de una vez descarrile. También puede hacer paradas en pueblos hostiles y estoy en condiciones de asegurar que va a transitar por parajes inhóspitos. Por momentos es más lento que el Gran Capitán y se viaja peor que en el Sarmiento. Aún así sean bienvenidas aquellas almas que quieran someterse al trajín de desempolvar recuerdos, construir anécdotas y volverse cada día un poquito más locas. Estos son mis vagones, fotos instantáneas de momentos irrepetibles. Fragmentos de un presente escurridizo que nunca se deja atrapar, porque este instante ya pasó.
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