Hundís tus dedos en la mesa. No tengo miedo. Me escondo, pero no de vos.
¡Ay si me vieras hoy!, con tanto que decir como aquella vez. ¡Ay si me vieras hoy! ¿Acaso alguna vez has podido? ¿Cómo barajar de nuevo con cartas marcadas? El truco se vuelve desabrido y el cuatro de copas siempre en la mesa. Repartís vos y escatimás. A regañadientes me cantás, pero yo decido quedarme afuera. Me fui al maso. No miento bien. Esos ojos oscuros siempre pudieron olfatear mis próximos pasos. Me fui al maso.
Llueve y sin embargo el agua no moja. Llueve y esa sal me envuelve otra vez. Llueve y yo me quedé con el quiero.
Bienvenidos al tren
Bienvenidos al tren!
Sí, es posible que más de una vez descarrile. También puede hacer paradas en pueblos hostiles y estoy en condiciones de asegurar que va a transitar por parajes inhóspitos. Por momentos es más lento que el Gran Capitán y se viaja peor que en el Sarmiento. Aún así sean bienvenidas aquellas almas que quieran someterse al trajín de desempolvar recuerdos, construir anécdotas y volverse cada día un poquito más locas. Estos son mis vagones, fotos instantáneas de momentos irrepetibles. Fragmentos de un presente escurridizo que nunca se deja atrapar, porque este instante ya pasó.
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