Bienvenidos al tren

Bienvenidos al tren!
Sí, es posible que más de una vez descarrile. También puede hacer paradas en pueblos hostiles y estoy en condiciones de asegurar que va a transitar por parajes inhóspitos. Por momentos es más lento que el Gran Capitán y se viaja peor que en el Sarmiento. Aún así sean bienvenidas aquellas almas que quieran someterse al trajín de desempolvar recuerdos, construir anécdotas y volverse cada día un poquito más locas. Estos son mis vagones, fotos instantáneas de momentos irrepetibles. Fragmentos de un presente escurridizo que nunca se deja atrapar, porque este instante ya pasó.

martes, 14 de octubre de 2008

esperanza I

¿A dónde ir? - preguntaron al unísono sus ojos.
No lo sabía. Pero eso ya era un buen indicio
¿Por qué partir con rumbo fijo? ¿Por qué siempre la misma perra costumbre de encallar en propuestas sin magia? ¿Por qué no creer que ir implica un lugar y por qué no decidir que ese lugar sea a donde vaya?
La mañana del domingo 8 de marzo era fría y el sueño le pisaba los talones cuando emprendió el viaje. Esperanza iba por las calles de la vieja Buenos Aires buscando un sueño con el que abrigarse. Su pecho había soportado las grandes heladas del invierno anterior pero esa mañana le pareció más fría que aquel 9 de julio. Es que ella pensaba que sus amigos iban a estar allí para despedirla y no, no estuvieron. Doña Efemérides se había asegurado de que su hija supiera bien que en este camino habría de estar sola, y que una vez que se decidiese a recorrerlo no podría volver. Así fue que Esperanza partió y nunca regresó a la casa de la calle Manzanares al 3408. En la primera cuadra recordó a Fermín, su vecino, y aquellas travesuras que cuando niños solían compartir. Fermín había sido su primer (y luego descubriría que único) cómplice. Nunca lo olvidaría. Tampoco olvidaría las lluvias que empañaban las ventanas de esa solitaria casa, donde Don Ernesto sufría los achaques de aquella misteriosa enfermedad que le hubiera sido diagnosticada cuando Esperanza apenas ingresaba a primaria. Don Ernesto murió a los dos días del octavo cumpleaños de Esperanza. La niña había quedado desecha y Fermín desde entonces había sido su único referente del mundo. Fermín en aquel momento tenía 11 años y sabía poco más que Esperanza de lo que el destino podía hacer con la gente, cuando ésta menos se lo esperaba.

(...)

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